El año pasado, sin duda, presentó una gran cantidad de desafíos. Nuestras comunidades siguen trabajando colectivamente para dar soporte y superar tanto al COVID-19 como a la recesión que lo acompaña. Si bien tenemos nuestra atención puesta en poner fin a estos dilemas urgentes, no debemos perder de vista la mayor amenaza que se avecina para las personas y nuestro planeta: el cambio climático.
El principal impulsor del cambio climático son las emisiones de carbono y el 80% de las emisiones de carbono están relacionadas con la energía. Para enfrentar esta crisis climática, debemos reducir estas emisiones drásticamente. De hecho, debemos reducir a la mitad nuestra huella de carbono en los próximos 20 años. Esto exige que cambiemos fundamentalmente la forma en que producimos y consumimos la energía.
Al mismo tiempo, todavía hay dos mil millones de personas que hoy viven sin acceso a la energía y a la tecnología digital. Son dos mil millones de personas que viven sin comodidades y sin oportunidades básicas. Sin lo digital, no tienen acceso a la educación ni a la inclusión económica.
Esta es la paradoja de la que hemos hablado durante algún tiempo: ¿Cómo podemos progresar en nuestra sociedad, para que cada individuo en la Tierra tenga acceso a estos derechos humanos básicos, mientras que simultáneamente tomamos medidas drásticas contra los impactos irreversibles en nuestro medio ambiente?
Empoderar a todos para aprovechar al máximo nuestra energía y recursos, uniendo el progreso y la sostenibilidad para todos, conectando a las personas de todo el mundo con energía y recursos confiables, y reduciendo nuestras emisiones a la mitad. Nuestra misión es ser el socio digital de nuestros clientes para la sostenibilidad y la eficiencia.
Existe una ecuación para resolver la paradoja climática, se reduce a dos revoluciones tecnológicas y cuatro prioridades. La tecnología está aquí, la acción depende de todos nosotros.
Lo digital ha revolucionado la forma en que trabajamos y vivimos. La primera fase es las personas conectadas digitalmente, utilizando la tecnología para mejorar nuestra capacidad de comunicarnos, trabajar y vivir. Piense en lo diferente que hubiera sido 2020 sin las herramientas digitales y la conectividad que hemos desarrollado durante estos últimos 20 años: teléfonos móviles, Internet, videoconferencia.
La próxima fase revolucionará la forma en que las personas interactúan con su entorno, en nuestros hogares, edificios, fábricas y ciudades. Es la revolución del IoT, la segunda fase de Internet, donde la comunicación ocurre de máquina a máquina. Con las herramientas digitales, la energía solo se utilizará cuando y donde se necesite.
La electricidad es fundamental, ya que es la única energía que se puede descarbonizar. La electricidad no es nueva, pero la forma en que se produce y se consume está cambiando. Será impulsada por energías renovables, haciéndola limpia y verde.
En línea con el Acuerdo de París, para abordar el cambio climático debemos limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ° C.
Sobre la base de las dos revoluciones mencionadas, hay cuatro prioridades que deben abordarse en paralelo para resolver el problema del cambio climático.
El primer paso es simplemente eliminar cualquier desperdicio de nuestros recursos producto de ineficiencias en nuestros sistemas. La tecnología digital y la conectividad son la forma de mejorar la eficiencia. Al conectar todo, el software, la analítica y la Inteligencia Artificial (IA), se puede optimizar el consumo, logrando eficiencia tanto de procesos como de energía. Si conectamos todo en nuestros entornos, esto podría ahorrar una gran parte de nuestros recursos: nuestros edificios e industrias podrían volverse un 30% más eficientes.
El siguiente paso es la transición a la economía circular, donde los modelos de negocio están diseñados para reutilizar todos los recursos, no solo limitar el desperdicio. Lo digital es fundamental para este proceso. Se estima que podemos lograr más del 70% de eficiencia energética con el reciclaje de acero, por ejemplo.
Cualquier energía que usemos debe ser eléctrica. En este momento, solo una quinta parte de nuestro uso de energía es eléctrica. Debemos duplicar la proporción de energía eléctrica que usamos hoy. Y ya está en marcha. Se está produciendo una gran migración en el transporte con vehículos eléctricos y en los edificios, para la calefacción, la refrigeración y para crear edificios centrados en el ser humano y con cero emisiones. El mundo invertirá más en electricidad en los próximos 20 años de lo que ha invertido desde su creación.
Esta es la parte donde evoluciona la electricidad, una tecnología antigua. En lugar de utilizar fuentes con alto contenido de carbono, como los combustibles fósiles, la electricidad del mañana debe obtenerse de fuentes limpias como la solar o la eólica. La buena noticia es que, en la mayor parte del mundo, las energías renovables ya son la fuente más barata de generación de energía.
Vivimos un momento único en la historia. Somos la primera generación que aprecia plenamente los peligros del cambio climático. Y seremos la última generación que aún tiene tiempo de cambiar nuestra trayectoria. Tenemos un gran desafío por delante y no hay nadie que pueda enfrentarlo excepto nosotros.